Hace tiempo que no escribo nada.
Falta de tiempo. Falta de ganas. Exceso de temas.
Elijo no eljir. Decido no escribir.
Pero luego, la necesidad. Tengo que expresarme. Necesito sacar las letras. Quiero hablar.
Puede ser que sean demasiadas las palabras que realmente quisiera poner aquí. Palabras grandes, lindas, brillantes, cariñosas, fértiles. Y palabras rotas, opacas, poco ortodoxas, feas, inútiles. Pero quizás no es posible. No ahora. No hoy.
Tengo que esperar. Tengo que ver. Tengo que escuchar mejor. Es posible que no esté poniendo atención. Quizás realmente no entiendo. Quizás tengo que volver a leer lo escrito. Leer entre líneas. Y seguir escribiendo. Y seguir describiendo. Y volver al origen. Y encontrar el password que me abra la puerta del laberinto.
Dejarme arrastrar por toda esa oscuridad cargada del vertigo que siento en el estómago.
Caminar. Correr. Tropezar. Caer. Sentir el suelo. Pararme. Volver a correr. Seguir. Insistir. No todo es negro. Hay un poco de luz. Pequeñas ventanas. Grandes esperanzas. Pequeñas ficciones. Un mundo donde se hacen reales.
Recorrer hasta el límite. Hasta el cansancio. Hasta las luces. Hasta el siguiente pasillo.
A veces es más fácil cerrar los ojos. A veces es mejor dejarse llevar. Dejar de mirar. Dejar de buscar. Para poder sentir. Para poder entregar. Para poder respirar el vapor de la piel. Para poder oir todos los latidos. Para poder estar más cerca. Fusionar. Desaparecer. Crear.
Renacer en otra alma. Apropiarse de un corazón. Repletar un vacío. Ganar un lugar.
Sentir que vives en otros ojos. Sentir que te afirmas en otras manos. Sentir que mueres en un abrazo.
Atravesar el laberinto. Encontrar la puerta del otro lado. Traspasar la frontera. Para comenzar el viaje. Para descubrir otro mundo. Para aprender todo de nuevo. Para hacer todo otra vez.
Obligarse a abrir los ojos y ver nuevo. Obligarse a empezar de cero.
Obligarse a observar. Obligarse a recorrer.
Obligarse a describir.Obligarse a hablar.
Obligarse a escribir. (...)