06 junio, 2008

analogía

Tienes esa cosa gatuna, ese aire felino, ensamblaje perfecto entre elegancia e indiferencia que ejerce una atracción sobre mí de esas terribles.

Por eso caí finalmente, mis maniobras de esquive no resultaron; tus ojos, agudos y precisos, me miraron sin verme y me invadieron; aún cuando te mostraste arisco y frío, quice sentir tu pelaje y acariciarte y abrazarte. Y quice pensar en tí mientras sentía que me ignorabas y me dejabas fuera de tu universo.

Incluso esperarte, sin saber si volverías o si vencería tu sangre traidora y te irías a dormir entre otros brazos. Porque aunque sé que te gustaba mi cariño y te dormiste ronroneando a mi lado varias veces, recibí muy poco de vuelta.

Pero así y todo, lograste conquistar una parte de mí que se hubiera quedado acariciando tu espalda sin perder la esperanza de que decidieras quedarte por más tiempo.