Dicen que es un secreto; que es poderoso, casi explosivo.
Que todos podemos usarlo porque la ecuación es simple: si lo tienes en tu cabeza, lo ves y luego puedes tocarlo.
Obviamente, por mi cabeza pasan remolinos y remolinos de las cosas que quiero ver aparecer y llenar todos mis bolsillos. Y yo adoro la idea de poder querer tanto tanto que algo pase que me transforme en un generador magnético gigante de mi propia alegría.