“No tengas miedo”- me dices.
Y yo me aferro a la mano que me ofreces, segura.
Me sumerjo en la espuma, me dejo arrastrar por el vapor plateado de tus brazos.
Me abandono a la idea de entregarte todo; de disolverme en el agua y cubrir entero tu cuerpo.
Ya no tengo miedo, el miedo se escapó por la ventana cuando te vio acercándote a mi boca.
“Te quiero”- te digo.
Y tus latidos chocan con los míos, desordenados, caóticos, confundidos, complacidos.
El silencio se llena con nuestro sonido. Y de fondo suena un mambo.
En un tiempo que comienza en nuestros labios y que así nos pertenece.
17 abril, 2007
14 abril, 2007
_02
Cuál es límite, cuál es la línea.
Todo se vuelve relativo cuando hay tantos vacíos que llenar.
Y todo puede ser si el momento, la música y la luz se convierten en cómplices de las confusiones.
A un paso está ahora la frontera que parecía estar tan lejos.
Llegar al otro lado puede ser un viaje complicado, con consecuencias.
Pero la curiosidad le gana al facilismo y a la comodidad de las cosas igual que siempre.
Cruzar el límite puede revelar ángulos nuevos, inconvenientes o peligrosos.
Preguntarse qué cruzar, qué no cruzar. Qué probar, qué no probar.
Para no tener que explicarle nada a nadie, o algo a alguien.
Para no quebrar tejados de vidrio, para no herir a otros.
Para no deshacerse los sesos pensando en cómos y en por qués.
Para poder elegir si avanzar un poco más o empezar a retroceder.
13 abril, 2007
caldo de cabeza
Estas mismas ideas siempre dando vueltas.
Simplemente, caldo de cabeza. Para qué preguntarme siempre lo mismo? No lo sé, es casi involuntario, reflejo. Quizás son los mismos viejos miedos, mis demonios, más de lo mismo…y probablemente igual. Porque, en realidad, sí le tengo miedo a todo eso. A perder el tiempo…a perder más tiempo. A vaciarme y quedarme otra vez sin una gota de sangre, sin sonrisa, sin brillo en los ojos. De hecho, empiezo a creer que ya estoy muy vieja para escalar esas murallas y que es mejor que me acostumbre a la idea de quedarme a este lado del muro…y no tiene porque ser malo, no sería la primera ni la última. Además, no creo que sea lo más fácil, no me gusta lo fácil. Pero es que, aunque siempre digo que hay que probar todas las cosas, no me agrada eso de morir en el intento; caminar por la calle sin poder sentir nada más que el ácido que destruye todo adentro no me gustó nada, fue como estar muerta.
Simplemente, caldo de cabeza. Para qué preguntarme siempre lo mismo? No lo sé, es casi involuntario, reflejo. Quizás son los mismos viejos miedos, mis demonios, más de lo mismo…y probablemente igual. Porque, en realidad, sí le tengo miedo a todo eso. A perder el tiempo…a perder más tiempo. A vaciarme y quedarme otra vez sin una gota de sangre, sin sonrisa, sin brillo en los ojos. De hecho, empiezo a creer que ya estoy muy vieja para escalar esas murallas y que es mejor que me acostumbre a la idea de quedarme a este lado del muro…y no tiene porque ser malo, no sería la primera ni la última. Además, no creo que sea lo más fácil, no me gusta lo fácil. Pero es que, aunque siempre digo que hay que probar todas las cosas, no me agrada eso de morir en el intento; caminar por la calle sin poder sentir nada más que el ácido que destruye todo adentro no me gustó nada, fue como estar muerta.
Qué hago entonces? elijo alejarme de las posibilidades, aunque no siempre me resulte, aunque no siempre sean ciertas. Y a las confusiones ni mirarlas, pero soy yo misma quien las inventa, quien las provoca. La cosa es que este estado neutro ya me está cansando, se ha vuelto monótono, rutina, y no soporto eso; necesito cambios, movimientos… pero externos, ante mis ojos y no tras ellos, cosas que revuelvan el aire sin revolver más mis ideas, sin que me de una jaqueca. Aromas nuevos para respirar y limpiarme por dentro.
Por eso en verdad sigo buscando; no sé qué busco pero sigo mirando y atando todos los cabos que se me atraviesan sueltos, a ver si entre tantos nudos, encuentro algo.
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