26 septiembre, 2007

esos ojos

De todo, recuerdo sus ojos.
No su color exacto, sí su intensidad.
El poder hipnótico que sólo un espíritu tenaz y fuerte puede irradiar a través del iris.
Casi como si lo hubiera sabido todo, como si supiera lo que quería, esos ojos lograron romper todas las murallas que puse.
Ávidos por todo eso que aún no conocen y serenos ante todo eso que demanda la paciencia que nadie tiene; tan llenos de paisajes y tan ajenos al cinismo, a la bestialidad y a la debilidad de la madurez.
Hubiera podido quedarme mirándolos fijamente por muchos más minutos de los que duró ese último encuentro; hubiera preferido observarlos con más intuición y con menos deseo, hasta poder descubrir la verdad de esa voluntad precoz y esa serenidad demasiado grande para alguien que aún tiene el derecho de esperarlo todo...
Quizás el tiempo me de otro día para volver a mirarlos así otra vez, de cerca, despacio, y pueda decifrar algo más y volver a encontrar ese brillo frío que espero no se diluya con los años.
Por ahora, no olvido esos ojos que, con toda esa mezquindad casi infantil, hicieron revivir una parte de mí que ya había olvidado.

03 septiembre, 2007

locura

Sinceramente creo que, si existiera un tratamiento para mi locura, no lo tomaría.
No es un cuadro sofisticado, de esos que tienen nombres complicados y crisis cada cierta cantidad de meses; es sólo un cuadro, un collage recortado y pegoteado de todas las páginas que he leído, que me he saltado, que me he dormido o que sólo he ojeado. Porque cada deriva que he elegido ha dejado un boleto para agregarlo a la composición…cada alegría padecida y cada angustia digerida han marcado una suerte de grilla completamente irregular y caótica para que yo pueda colgar todas las imágenes registradas. Porque desde las calles literarias de Macondo, las avenidas de Buenos Aires, los delfines en Bahamas, las olas de Algarrobo y las luces de Arica hasta esos ojos claros, usas manos llenas de arte, esa sonrisa cálida y esa voz profunda, todo se ha quedado; toda la bestialidad que se ha asomado en tanto y con tantos, los errores, los fracasos, las estupideces y las vergüenzas, también han dejado algo importante, que al final y con el tiempo, también he disfrutado.
Y si es esa mi locura, que nadie se atreva a tratar de arrancarla.
Porque ahí resguardo los recuerdos más lindos que tengo y saco la fuerza para seguir tratando cuando me dan ganas de mandar todo a la mierda.
Porque así me puedo reír de mi misma y jugar con ironía o con fuego o con barro, dependiendo de lo que tenga más a mano…y tirar prejuicios e inventar otros nuevos para seguir vagando por todos lados y seguir buscando y seguir jugando.
Y porque los locos, igual que los tontos, podemos ser realmente felices.