29 diciembre, 2008

el secreto

Dicen que es un secreto; que es poderoso, casi explosivo.

Que todos podemos usarlo porque la ecuación es simple: si lo tienes en tu cabeza, lo ves y luego puedes tocarlo.

Obviamente, por mi cabeza pasan remolinos y remolinos de las cosas que quiero ver aparecer y llenar todos mis bolsillos. Y yo adoro la idea de poder querer tanto tanto que algo pase que me transforme en un generador magnético gigante de mi propia alegría.

Así que últimamente sonrío el doble, me río el doble y pienso el doble, todo para que eso se cuadruplique y yo pueda verlo y después tocarlo. No importa cuánto se demore, tengo tiempo. Se viene otro año entero para seguir soñando.

09 septiembre, 2008

(re)encuentro

Dos años y un poco más pasaron y nunca dejé de extrañarte.

Tanto tiempo juntos, ya acostumbrados a tocarnos. Y en un segundo, nos separamos, dejamos de vernos, de sentirnos. Nos quedamos en lugares distintos.
Pero hoy te encontré de nuevo. Hoy dejaste de ser rudo, pesado, escurridizo. Hoy me dejaste tomarte fuerte y quedarme más tiempo contigo. Me dejaste jugar y reconocerte. Me ayudaste a volar.
Muy pocos entienden lo feliz que soy cuando estoy contigo; sólo quienes te conocen también pueden entenderme, nadie más. Mejor, porque no somos muchos y no tengo que compartirte con tantos. Pues, por mí, te guardaría sólo para mí, todo el día, siempre.

Hoy te encontré de nuevo. Y recordé lo ingrávida y linda que me siento cuando estoy contigo.

05 julio, 2008

la extraña

Abrí los ojos de a poco gracias a la luz de las 11 de la mañana. Aunque ya era un lugar común, seguía siendo un lugar extraño; esa ventana, las cortinas, otro techo, otros muros…la lámpara de papel globo anaranjada que me gustaba. Creo que siempre desperté primero, en silencio y desorientada, un tanto perdida en la sensación de estar equivocada, en el lugar equivocado. Quieta, tuve tiempo de mirar todo, de memorizar las piezas de ese espacio tan poco mío y tan distinto. Tiempo de preguntarme tantas veces, quizás todas las veces, por qué tenía frío en una cama como esa....

Repasé meticulosamente la noche anterior…vaya…tantas cosas que no dije, tantas cosas que no hice… tantos gestos tan míos anulados por esa desconfianza que no me dejó ser realmente yo. Me sentí un poco tonta y me sentí atada, confundida y ofuscada sin saber si moverme o quedarme inmóvil. Quería salir de ahí rápido, invisible, ingrávida, flotando hasta la puerta, el ascensor, la calle. O quería quedarme ahí y moverme, hacer ruido, preguntar por qué, qué pasa, qué es esto. Pero no logré decidirme, no logré concentrarme, no logré volver a ser yo, la conflictiva, la que no acepta la indiferencia, la que no tolera la estupidez, la que no se queda callada si no está de acuerdo. Y no logré tampoco levitar y volar lejos de ahí. No logré escaparme de ese, mi propio episodio de la dimensión desconocida en donde todo parecía tan posible y tan absurdo en partes iguales. Miré todo una vez más, memoricé lo que faltaba. Jugué a acariciar cada centímetro, a perforar las paredes, a ver lo que había adentro. Soñé un rato que podía llegar al centro, a ese corazón rodeado por todas las rejas del mundo y un campo minado y un foso con cocodrilos…que podía saltar, correr y pasar ilesa, tocarlo. Y desperté luego con la seguridad de no tener la energía para pelear esa guerra, con el dolor punzante de la impotencia y el cansancio que deja la frustración.

Entonces, derrotada, cerré los ojos para dormir un rato más, descansar de mi fantasía épica. Seguramente, el inminente sol de las 12 iba a despertarme otra vez…

06 junio, 2008

analogía

Tienes esa cosa gatuna, ese aire felino, ensamblaje perfecto entre elegancia e indiferencia que ejerce una atracción sobre mí de esas terribles.

Por eso caí finalmente, mis maniobras de esquive no resultaron; tus ojos, agudos y precisos, me miraron sin verme y me invadieron; aún cuando te mostraste arisco y frío, quice sentir tu pelaje y acariciarte y abrazarte. Y quice pensar en tí mientras sentía que me ignorabas y me dejabas fuera de tu universo.

Incluso esperarte, sin saber si volverías o si vencería tu sangre traidora y te irías a dormir entre otros brazos. Porque aunque sé que te gustaba mi cariño y te dormiste ronroneando a mi lado varias veces, recibí muy poco de vuelta.

Pero así y todo, lograste conquistar una parte de mí que se hubiera quedado acariciando tu espalda sin perder la esperanza de que decidieras quedarte por más tiempo.

12 marzo, 2008

Me siento como una inválida. Una semana y media ya sin poder correr, con una pata jodida con una tendinitis que nunca antes me había dado, ni en mis tiempos mozos de patinadora, ni cuando me colgaba del trapecio, ni cuando me hice adicta a la danza, ni con las patadas que aprendí en tae kwon do, ni con mi prueba con el yoga… pero quice dármelas de deportista públicamente y empezar a trotar y listo: tendinitis.

Una semana casi desde el diagnóstico, con el estómago hecho pelota con los antinflamatorios y una leve-ridícula cogera que no puedo evitar porque de verdad duele. Y además de sentirme como gato enjaulado porque no puedo salir ni a caminar un rato, me siento pesada, un poco ahogada, sin poder salir a correr unos kilómetros mientras escucho música y pienso en el ritmo de mi respiración para no cansarme. Porque este encierro sí que me cansa.

Hoy hubiera corrido 10 km; hoy hubiera salido a correr hasta perderme en algún lado. Hoy hubiera cambiado la mitad de lo que tengo por esos 30 minutos de abstracción para pensar en todo pero en nada realmente; hoy hubiera dado un pedacito de mi alma por esa sensación de limpieza que me queda después de transpirar media hora de toxinas y mierda que me pesan y asfixian cuando se acumulan, sobre todo cuando ando convertida en un imán para eso.

Hoy hubiera corrido para regalar un alfajor y un beso y recibir una sonrisa a cambio, pero me tuve que quedar aquí sentada, adolorida y agotada de mirar la misma pantalla por mil horas seguidas.

Hoy, la maratón y esa sonrisa me hicieron falta.

26 enero, 2008

sábado

Invasión de sensaciones desde que abrí hoy los ojos. Me desperté con un día nublado en la ventana y un poco de frío. Me levanté con polerón a tomar desayuno y me vestí un poco más abrigada, pero con chalitas.
Salir de la casa me hizo sentir el frío inusual y unos goterones que caían animados y perdidos en pleno verano. Una visita rápida al supermercado y más lluvia a la salida, de esa que sólo sirve para ensuciar el parabrisas y manchar las ventanas.
El diario del sábado, la revista del sábado: “el corazón late agitado”, dice. Raro. No creo en esas cosas pero hoy coincide.
Tarde de paz, la casa para mí sola. Mi memoria funciona a mil por hora; un sonido basta para causar la explosión de imágenes, para detonar la escena completa y tridimensional, como si estuviera sucediendo en ese mismo momento, otra vez. Vuelvo a sentir lo mismo y recuerdo los detalles. El color del día, la suavidad, esa tranquilidad…las ganas de quedarme ahí siempre...o al menos, mucho más tiempo.
El teléfono me hace aterrizar rápido, vuelvo a la tierra, a mi casa. Y me sorprendo de lo inmensa que a veces es mi memoria. Casi siempre recuerdo casi todo; sea bueno, bonito, malo, feo, lo recuerdo. Me gusta eso; me cuesta y me carga olvidar… y por eso me duele tanto aceptar que el resto sí olvida, pensar que puedo ser olvidable.
Cierto: corazón y memoria anduvieron agitados hoy, al unísono.
Así se pasó este sábado.

16 enero, 2008

apertura

Mirando las pequeñas estadísticas de este espacio, acabo de darme cuenta de que la cantidad de escritos en sus (en mayo) 3 años de existencia, resultan ser una pirámide afilada; a modo de explicación, cada año escribo menos.
Quién sabe si llegue al punto de asquearme y dejar de escribir cualquier cosa...bueno, eso estará por verse. Mientras, puedo argumentar mi bloqueo de "escritora" con mi total incompetencia para bloquear y filtrar las mil y 23 cosas que se me vienen a la cabeza, muchas de las cuales podrían haber sido buenas líneas para este lugar.
Por ahora, como apertura, me quedo con esta poesía de Neruda, con el sueño que acumulo hace unos días, con la lucha por la tranquilidad que me robaste, con la duda sembrada, con el modelamiento digital energitérmico, con mi motivación en coma y con un agradecimiento por esa rama que cayó a mis pies y no en mi cabeza.
Así me quedo, mientras comienza un otro año.

15 enero, 2008

Quiero que sepas
una cosa.

Tú sabes cómo es esto:
si miro
la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana,
si toco
junto al fuego
la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.

Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que en ese día
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.



“Si tú me olvidas” (fragmento)
Los versos del Capitán _ Pablo Neruda